jueves, 23 de diciembre de 2010

Antonio de Cabezón, "el Bach español", de Burgos

Cerca de concluir 2010 me parece más que necesario dedicar una entrada, en el V Centenario de su nacimiento, a Antonio de Cabezón (1510-1566), posiblemente el músico burgalés más importante de la historia.
Cabezón nació en 1510 en Castrillo Matajudíos, un pequeño pueblo cercano a Castrojeriz, donde probablemente recibiera lecciones de órgano en su infancia. Posteriormente estudió en la Catedral de Palencia. Es importante recordar que a muy temprana edad quedó ciego.


(Quisiera recalcar una y mil veces que Cabezón fue un músico burgalés, como ya hiciese en mis tiempos en la Universidad de Valladolid. Allí, una profesora, de la que guardo buen recuerdo, se empeñaba en un erróneo origen palentino del protagonista de este post)

Con aproximadamente 16 años pasó a formar parte de la capilla musical de la emperatriz Isabel, esposa de Carlos I. Fue también profesor de música de los hijos de este matrimonio, entre ellos del futuro rey Felipe II. De éste, fue el músico favorito y realizó varios viajes por Europa como miembro de su séquito, lo que le permitió tomar contacto con relevantes músicos flamencos que influirán en el desarrollo de su estilo de composición.
Las obras de Cabezón fueron editadas de forma póstuma por su hijo Hernando, quien bajo el título de “Obras de música para tecla, arpa y vihuela” publicó las distintas partituras de su padre junto a una valiosa explicación de la tablatura empleada.
Hay una frase célebre de Hernando sobre la obra que publicó, en la que decía que lo que había allí recogido “sólo eran migajas caídas de la mesa” del genio increíble que poseía su padre para la improvisación.

Podéis curiosear con la edición original, datada en 1578, gracias a la página web de la Biblioteca Nacional de España.


De sus composiciones podemos destacar los tientos, obras polifónicas con cierto carácter improvisatorio, las glosas, adaptaciones embellecidas de obras vocales y los versos, piezas religiosas tocadas con el órgano alternándose con el coro durante las celebraciones religiosas (esta técnica se conoce como alternatim).
Sin embargo, las obras más conocidas de Cabezón son sus variaciones (en España recibían el nombre de diferencias) sobre diversos temas populares de la época. En este género alcanzó el músico burgalés las más altas cotas. Las más célebres son las que escribió sobre el tema “Guárdame las vacas” y “El canto del caballero”. Precisamente de esta última puedes ver el siguiente vídeo:



Compárala con esta otra versión interpretada con un clavicordio.

Más información sobre Antonio de Cabezón en esta página.

Para los amigos de las efemérides, señalar que en 2010 también se han cumplido 500 años del nacimiento de Diego Ortiz, 300 del de G. B. Pergolesi y 2oo del de F. Chopin y  R. Schumann, pero no va a dar tiempo a dedicarles su correspondiente entrada…



martes, 14 de diciembre de 2010

El serrucho musical

Hoy os quiero presentar un curioso instrumento musical, que por cierto, casi todos tendréis por casa. Me refiero al serrucho musical (o sierra musical). En inglés es llamado singing saw, algo así como “sierra cantora”.
En esencia se trata de un simple serrucho, una herramienta de ebanistería.
Según la clasificación de los instrumentos musicales que idearon Hornbostel y Sachs, el serrucho es un idiófono, es decir, que el propio cuerpo del instrumento es el que emite las vibraciones que producen el sonido (no intervienen ni cuerdas, ni membranas ni una columna de aire). Más concretamente, deberíamos hablar de un idiófono no percutido y frotado, por el modo en que se produce el sonido.
La altura del sonido cambia según se varía la tensión y curvatura del metálico cuerpo del serrucho. Éste, se frota con un arco (frecuentemente se utiliza uno de violín o algo similar).
En el siguiente vídeo puedes escuchar el peculiar sonido de este instrumento tocando una conocidísima canción de The Beatles.


La famosa actriz alemana Marlene Dietrich tocó este instrumento y en la actualidad son varios los artistas que lo utilizan. En Burgos, el violinista Diego Galaz lo explota mucho en sus últimas actuaciones. 

Ah, por cierto, que a nadie se le ocurra agarrar la sierra de la caja de herramientas, que igual el intento os cuesta una mano. De todos modos aclararemos que el borde que se frota es el que no está dentado, es decir, el que no corta. Aunque casi preferiría que no experimentaseis con él.



P.D. En cuanto el barbas de Bricomanía lea esta entrada seguro que en su próximo briconsejo se monta una orquesta entera, “fácil, sencilla y para toda la familia…”


miércoles, 8 de diciembre de 2010

30 años sin John Lennon

Hoy, 8 de diciembre, hace justo 30 años que John Lennon fue asesinado en Nueva York.
Como sabes, Lennon fue componente de The Beatles, con Paul McCartney, Ringo Starr y George Harrison. Precisamente junto a McCartney formó una de las parejas creativas más influyentes en la historia de la música.

Tras la ruptura del grupo, Lennon trasladó su residencia en 1971 a Nueva York junto a su esposa, la artista japonesa Yoko Ono. Allí participó activamente en movimientos en favor de la paz y contra la guerra. Las manifestaciones y actividades políticas del ex-beatle pusieron bastante nervioso al presidente Nixon, que intentó deportar por todos los medios a Lennon, si bien no lo consiguió.
En los años posteriores a la disolución de The Beatles, Lennon creó canciones inmortales como “Mother”, "God", "Jealous guy", “Give peace a chance” y sobretodo “Imagine”, una de las canciones más relevantes del Siglo XX.




El fatídico 8 de diciembre de 1980, Mark David Chapman consiguió que el que había sido su ídolo, John Lennon, le firmara un ejemplar de Double Fantasy, su último disco. Horas más tarde le disparó hasta en cuatro ocasiones, causándole la muerte en la puerta de su casa, en el edificio Dakota, junto a Central Park.
En su honor se construyó en el famoso parque neoyorquino el memorial Strawberry Fields.
De seguir vivo, un Lennon de 70 años vería como el mundo de hoy no se parece en nada a todo aquello en lo que creía y por lo que luchó…