Frederic Chopin, el conocidísimo pianista y compositor polaco del S. XIX pasó unas "vacaciones" en Mallorca en el invierno de 1838-1839. Ya por aquel entonces la isla era un destino apreciado por los turistas del norte de Europa (aunque no veo yo a Chopin tirado en la playa con un exceso de cerveza en sangre...).
Debido a unos problemas de salud se le recomendó que viajase a la isla española, pues su clima resultaba excelente para tratar sus problemas de tuberculosis. En Mallorca, Chopin se alojó en la Cartuja de Valldemossa junto a la escritora George Sand.
En este edificio se exhibe la celda en la que supuestamente se alojó el músico polaco y en ella un piano en el que sus manos virtuosas supuestamente se deslizaron dibujando esas melodías tan intimistas que caracterizan su música.
El "falso" piano de Chopin en Mallorca |
Pues bien, una reciente sentencia ha dictaminado que ese piano expuesto nunca fue tocado por Chopin ya que en 1838 no había sido aún construido.
Este tema me lleva a reflexionar sobre cantidad de museos en los que se exponen objetos utilizados supuestamente por personajes célebres y su valor real o simbólico. Así, uno puede viajar por Europa y ver las trompetillas que utilizaba Beethoven para poder escuchar algo, las gafas de Mahler, el primer violín de Mozart y un sinfín de curiosos artilugios que quizás en realidad sólo tengan valor sentimental, pues sobre la veracidad de su historia existen muchas dudas.
Se puede leer esta noticia en elpais.com, de donde también he tomado la imagen de la entrada.
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